Tarot

 Tarot y Eneagrama. Algunas comparaciones.



II° NIVEL: PUNTO DE TRANSICIÓN
LO QUE DEBEMOS ACEPTAR: «EL CAMBIO»


10. LA RUEDA

El número '10' es un número de Totalidad. Contiene la perfección del '1' (uno) y la potencialidad del '0' (cero), lo cual sugiere un nuevo comienzo, pero en una escala o nivel superior. Por lo demás, la figura de la Rueda sugiere giro, alternancia, movimiento, en suma: cambio. Tradicionalmente este Arcano estuvo unido a la idea de fortuna o destino, de allí el popular nombre de Rueda de la Fortuna. En el centro hay un Ángel con ojos vendados, que simboliza los imprevisibles cambios de la fortuna (ojos vendados) y además que todo lo que cambia sigue una inteligencia superior (Ángel), todo tiene una finalidad, aunque no siempre nos sea manifiesta. Las cuatro figuras que enmarcan la rueda indican un ciclo de cuatro fases, señaladas por los mensajes (escritos en latín) vinculados a cada figura. El que va subiendo dice: 'Reinaré'. El que baja: 'He reinado'. La figura de abajo dice: 'Sin reino'. El que está arriba tiene un mensaje en la mano que dice: 'Reino', representa la buena fortuna, pero tiene orejas de burro y en ello esconde una advertencia que podríamos interpretar como: Es un burro quien cree que la buena fortuna es para siempre. De hecho, la enseñanza que esconde la Rueda es la inevitabilidad del cambio.

La gran enseñanza del Arcano 10 es que 'todo cambia, todo está en constante fluir', como dice Hermes Trismegisto. Todo está en constante flujo y distensión, incluyendo nuestro cuerpo y mente: todas las células de nuestro cuerpo se renuevan constantemente, nuestro conocimiento de las cosas va cambiando, ampliándose, desarrollándose en extensión y profundidad, e incluso muchas de nuestras identificaciones van cambiando a lo largo del tiempo, como cambian también nuestras convicciones, prioridades y escalas de valores, y también las de nuestros semejantes.

Quizá podamos sentir que haber conocido el Eneagrama fue para nosotros una gran fortuna. Pero hay algo más profundo todavía. La Rueda que nunca para de girar, y con ello nos recuerda que el camino evolutivo nunca termina. Sin embargo, hay quienes al descubrir el propio eneatipo se detienen allí, como si hubieran encontrado su reino. Al respecto nos advierte Thomas Condon (2011) en su célebre artículo El problema con la tipificación:
«El lado alto de aprender sobre los tipos de personalidad es que usted puede comprender profundamente los funcionamientos internos suyos y de los demás, algo que tiene centenares de aplicaciones. El lado bajo es que usted podría aplicar la información demasiado estrechamente para reforzar y justificar sus sesgos, armar un nuevo sistema de estereotipos, o volver eso en contra suya».
Quedarse atrapado en el tipo, es quedar prisionero de la Máscara. Por el contrario, nuestro mapa nos muestra que reconocer el tipo de personalidad es nada más que un paso necesario en el proceso de evolución de la consciencia. Asumir una actitud de embanderamiento del propio egotipo nos asemeja a la necedad del joven que se halla en la cúspide de la Rueda. Una actitud tal hace que, como a él, nos crezcan orejas de burro. Curiosamente el Eneagrama también es una Rueda, y en su punto más alto, en el punto 9 se halla el primero de los tres venenos del alma, como los llama la tradición buddhista: la ignorancia [11], y esta suele representarse popularmente con orejas de burro. Es decir, quedar atrapado en el egotipo, en la Máscara, lejos de ayudarnos a evolucionar constituye en sí mismo un obstáculo.

Si todo cambia inevitablemente, ¿por qué aferrarnos a la Máscara? ¿Por qué aferrarnos a un rígido 'Y bueno… yo soy así'? El 'yo soy así' es, en el fondo, una defensa del ego frente a la propia fugacidad expresada en el constante y universal cambio y devenir. Si hay algo que permanece invariable en nosotros, tengamos por sentado que no es justamente el ego sino aquella chispa divina y eterna que intuimos por debajo del cambio, algo tan misterioso como sublime que llamamos también alma, esencia, auténtico ser, o simplemente sagrado vacío. Cualquiera sea el nombre que le demos a aquél fondo invariable en nosotros, no es de ninguna manera nuestro ego. Esto es lo que debemos comprender en el presente nivel evolutivo: ¡Somos mucho más que nuestro ego-máscara! No olvidemos que la Rueda gira porque existe en su centro un punto inmóvil, su eje. Del mismo modo, sólo podremos aceptar el cambio y trascender la identificación con el ego para seguir adelante en nuestro viaje interior si nos anclamos a nuestro eje, nuestro centro inmóvil, nuestra esencia.

En suma, ¿qué tiene para decir este Arcano a quién ya ha descubierto su tipo de personalidad, su Máscara, y ha reconocido sus fortalezas y debilidades? Habiendo identificado nuestro tipo de personalidad, con sus fortalezas y debilidades, debemos trascenderlo. Para ello tenemos que aceptar la enseñanza fundamental de la Rueda de la Fortuna: el cambio. Si aceptamos el cambio como inherente a nuestro viaje, la identificación con un determinado tipo de personalidad ha de ser sólo una meta relativa, y –lo más importante– se convertirá para nosotros en un nuevo punto de partida, un punto de apoyo para saltar al siguiente nivel.


III° NIVEL: EXPERIENCIA TRANSFORMADORA
LO QUE DEBEMOS INTEGRAR: «LA SOMBRA»

Parte de la aceptación del cambio es la actitud de apertura a sacar un aprendizaje de todas las experiencias del viaje. Algunas experiencias son particularmente transformadoras, como veremos en el presente nivel.

La identificación con la Máscara ha requerido que la conciencia realice a lo largo de años un recorte de su propia realidad y considerara como propios sólo algunos aspectos y cualidades, dejando fuera otros, en el terreno de Lo Otro: La Sombra (Jung, [1950] 2008) [12]. Todas las características y tendencias que la conciencia se esfuerza por no ver en sí misma los proyecta sobre los otros, normalmente de un modo peyorativo. Entonces el ego piensa: 'Yo puedo no ser perfecto, pero de ninguna manera soy, fui ni seré como Fulano'. Adán dijo: 'La culpa es de la mujer'. Eva dijo: 'La serpiente me sedujo, por eso comí'. Es difícil reconocer cabalmente las propias responsabilidades mientras proyectemos nuestra oscuridad sobre los otros. Sin embargo, como decía el viejo Terencio: 'Nada de lo humano nos es ajeno'. Según nuestro mapa, para salir de la unilateralidad y parcialidad de nuestra identificación con la Máscara, en este nivel de evolución de la consciencia es necesario integrar la Sombra. Y para hacerlo, cada egotipo deberá transitar por una experiencia trasformadora enfrentándose a su propia Sombra, representada para cada punto del Eneagrama con un Arcano del 11 al 19, respectivamente. Vamos con ello.

 

11. LA FUERZA

• Sombra: agresividad contenida.
• Experiencia transformadora: integrar los instintos.

A diferencia de otros tarots tradicionales, como el de Marsella o el Rider, que presentan una Mujer poniendo sus manos en la boca de un león, el Visconti-Sforza presenta en este Arcano una figura masculina enfrentándose al león con un garrote. La escena está inspirada en la leyenda de Sansón y el león de Nemea. Cuando lo vi por primera vez, llamó inmediatamente mi atención. Me pareció una escena un tanto brutal tendiendo en cuenta el pequeño tamaño del león y su expresión de sumisión, contra el gran tamaño del hombre y su garrote. Sin embargo, la representación de este Arcano encierra una gran enseñanza. El hombre de vestimenta azul y rojo, colores del pensamiento racional y la acción respectivamente, simbolizan el control racional que se ejerce sobre los instintos naturales, representado en el león y en el contexto verde de la escena. El gran garrote empuñado en alto exalta características fálicas dominantes y asertivas.

¿Qué tiene que decir este Arcano al tipo Uno? Siguiendo nuestro mapa arquetípico, podemos ver que este Arcano encierra una experiencia transformadora para el tipo Uno, una invitación a integrar un aspecto de Sombra: la ira contenida en el interior de este tipo y normalmente dirigida al excesivo control sobre el entorno y sobre los propios instintos, representado en el león sometido a puro garrote. Asumir los propios instintos e integrarlos de alguna manera en la vida constituye para el egotipo Uno una experiencia transformadora.

La formación reactiva, principal mecanismo de defensa [13] del tipo Uno, lo lleva a permanecer ciego a la propia ira y agresividad. El mundo de los instintos, simbolizados en el león, se le presenta como enemigo del orden y del control racional. Pero en lugar de someterlo por la fuerza, ¿le será posible al Uno integrar este aspecto vital? Cuando el tipo Uno transita la experiencia de aceptar la ira y dar a los instintos el lugar que se merecen, cuando aprende a relajarse y disfrutar en lugar de criticar y controlar, entonces ve nacer en su interior una nueva fuerza, no ya la fuerza de la pasión, sino la fuerza del Universo que habita en su interior, que le permite comprender experimentalmente que perfecto significa completo: que, por tanto, es posible admitir nuevos y diversos puntos de vista, que en el fondo todo está en el lugar que debe estar, que no es necesario eliminar ninguna parte de su ser, antes bien integrarlas con todos sus aspectos y matices, integrando razón, corazón e instintos.

 

12. EL COLGADO

• Sombra: límite.
• Experiencia transformadora: impotencia.

Para el tipo Dos, un tipo tan activo, transitar por la experiencia de El Colgado le significará una experiencia particularmente transformadora. El Colgado es un Arcano de incomodidad, trabas, demoras, ideal para ejercitar la paciencia y aceptación. Cualidades difíciles para el orgulloso egotipo Dos, que prefiere hacer las cosas a su modo, seducir o forzar, en una palabra, manipular las circunstancias.

El orgullo —o soberbia— implican un cierto mirar por arriba, colocándose en una posición de superioridad moral, alguien que puede ayudar, contener o seducir, o que simplemente sabe por intuición y empatía lo que los otros necesitan y del modo en que lo necesitan. Pero este Arcano contiene una experiencia transformadora para este ego: la experiencia de mirar desde abajo, como el Colgado, experimentando la impotencia de quién está atado de pies y manos y que necesita acudir a la ayuda de los otros para salir de esa situación de incomodidad. ¿Cómo podría dejarse ayudar, cuidar, liberar un orgulloso ego que cree bastarse a sí mismo? El aprendizaje de la humildad permite al ego Dos hacer un giro de 180 grados, como el Colgado. Son justamente las situaciones de impotencia, frustración y abandono las que hacen que favorecen la transformación del ego, abandonando el orgullo y bajando nuevamente la tierra, esto es, adquirir humildad —de humus = tierra—, reconociendo por fuerza sus propias necesidades y limitaciones.

La sabiduría que encarna el Arcano Dos incluyen el aprendizaje que comporta el arcano 12, El Colgado: el hombre es un ser finito, limitado, sujeto a frustraciones y que en ocasiones necesita de los demás. Así como el Colgado no puede liberarse a sí mismo de sus ataduras y situación, así también el ego necesita reconocer sus límites y necesidades, y sólo al aceptar que necesita de los otros podrá verse liberado del orgullo que lo ha sumido en una posición tan incómoda.

 

13. LA MUERTE

• Sombra: vacío.
• Experiencia transformadora: enfermedad, vejez, muerte.

Al igual que en el plano del simbolismo onírico, en el Tarot la muerte no significa un final irreversible, sino una transformación profunda y radical. 

Henos aquí ante la Muerte representada con un esqueleto de pie, con un sudario blanco sobre su cabeza, portando un gran arco en su mano izquierda, para representar que la muerte llega rápida y certera como una flecha, y nadie puede huir tan lejos que no vaya a ser alcanzado por ella. Irónicamente el gran arco que exhibe no tiene cuerda visible, ni se ven las flechas que utiliza, quizá porque la Muerte sigue siendo uno de los grandes misterios de la existencia. Es por ello que en el tarot de Marsella, por ejemplo, este Arcano no tiene nombre, como si fuera la representación de un misterioso e insondable vacío. De allí que contemplar y trabajar con este Arcano puede ser un excelente ejercicio interior para el Tres, porque sería ni más ni menos que el trabajo de integrar su Sombra: el vacío. De hecho, la pasión dominante del punto Tres, la vanidad, refiere en su raíz etimológica al vanus, el vacío. En el plano de la esencia, por el contrario, encontramos en el punto Tres la idea santa de la Esperanza. Desde un punto de vista humano, la esperanza es una emoción que surge en el alma cuando ésta se dirige a un bien arduo, difícil de conseguir, pero alcanzable, posible. Paradójicamente, ante la Muerte, hay quienes ven un límite infranqueable, a tal punto de que pensar en ella les genera desesperanza y tristeza, y prefieren no pensar en que un día llegará.

Este Arcano no sólo remite a la idea de la muerte física, sino que incluye también la experiencia de la enfermedad, la derrota y la frustración. La vanidad del Tres esconde en sí un compulsivo –y en gran medida inconsciente− intento de huir de la Muerte, la vejez y el fracaso, aferrándose a sus propios logros, procurando conservar la eterna juventud de Narciso. Pasar por experiencias de enfermedad y fracaso, sin duda, puede ser particularmente transformador para los egos vanidosos. Aceptar la Muerte como un horizonte en la propia vida permite al Tres escapar el dominio de la vanidad, lo visible, lo superficial, para echar anclas en el interior profundo. De allí, del fondo del corazón, brota la auténtica e inefable Esperanza, su idea santa, y la virtud de la autenticidad.

 

14. LA TEMPLANZA

• Sombra: fluctuación emocional.
• Experiencia transformadora: equilibrio interno, dejar fluir, elevación espiritual (simplemente 'estar bien').

En los tarots de Marsella y Rider, la Mujer traspasa agua de un recipiente a otro, siendo el agua símbolo de las emociones y el inconsciente. De allí que este trasvasar el contenido de un recipiente en otro, también sugiere la Sombra del tipo Cuatro: la fluctuación emocional.

Tenemos aquí una Mujer vestida predominantemente de azul, color de la vida mental y emocional, con mangas y botas rojas, color de la acción. La mujer tiene en sus manos dos recipientes de color azul y blanco, siendo el blanco el color de la espiritualidad. Su expresión es de serena concentración en la actividad que realiza: verter el contenido de un recipiente en el otro. Todos estos indicadores simbólicos revelan que La Templanza es el Arcano del equilibrio interno −mental, emocional, visceral−, del dejar fluir, y la elevación espiritual. En nuestro tarot Visconti-Sforza, el contenido de los recipientes es invisible para indicar que se está llevando a cabo una obra de profundo equilibrio espiritual. Pero aquí, aunque los recipientes no contienen agua, sin embargo tienen como telón de fondo el color azul del vestido de la Mujer para indicar que Ella misma es el sujeto y el objeto del equilibrio, el agente y el paciente de la acción que se está llevando a cabo. Todos estos indicadores simbólicos de La Templanza, el equilibrio interior, concuerdan con la virtud esencial del tipo Cuatro, la ecuanimidad, literalmente el equilibrio del ánimo. En tanto virtud cardinal, la Templanza se refiere a un equilibrio más amplio que el emocional o anímico, ya que incluye además un equilibrio de lo mental y visceral. Sin perjuicio de ello, cuando el Cuatro serena y equilibra su mundo emocional, ve surgir de su interior un equilibrio que se extiende a todas las dimensiones de su vida, sale del pantano de la melancolía y puede volcarse a expresar en la práctica sus intuiciones creativas e ideas: esto es, la acción del Cuatro brota de su equilibrio interno, tal como lo representa la acción que realiza esta Mujer de vestido azul y mangas rojas.

Suelo decir irónicamente en mis talleres de Eneagrama al tratar el punto Cuatro, que es difícil que un Cuatro llegue a suicidarse porque su ego está demasiado aferrado al sufrimiento y a la melancolía, y el suicidio lo privaría de aquello a lo que está aferrado. Descubrir que la ecuanimidad y la templanza son esenciales a su ser, constituye una experiencia transformadora para el tipo Cuatro, por cuanto debe des-identificarse con el dolor y el sufrimiento, dejar de lado la dramatización, el reclamo, la envidia y comenzar a bucear en lo profundo, que no es el sufrimiento sino todo lo contrario, el equilibrio interno que deviene hacia el exterior en productiva acción y creación. Ese es justamente lo que ocurre cuando el Cuatro contacta en su esencia con el santo Origen, su idea santa. Meditar sobre este Arcano, dejar fluir y simplemente gozar de "estar bien" puede constituir un ejercicio realmente transformador para el Cuatro.



15. EL DIABLO

• Sombra: división interior.
• Experiencia transformadora: integrar el cuerpo, las emociones, el sexo.

En el Arcano 5 hemos contemplado al tipo Cinco vestido de Papa, representante del conocimiento elevado y la espiritualidad. En el Arcano 15 vemos su Sombra, el Diablo. Recordemos que el número 5 es el número de la mediación y el sacrificio. El 5 unido a la década indica que el tipo Cinco debe transitar una experiencia de mediación, de reconciliación con su Sombra, lo que su ego ha escindido: el cuerpo de la mente; las emociones del pensamiento; el cuerpo del disfrute, particularmente el sexual. Volver a unir lo que ha separado, para experimentar así una profunda transformación.

De hecho, el Diablo no es tan malo como se nos hizo creer. Más que con la maldad, tiene que ver con la división; he así la Sombra del tipo Cinco. La palabra latina Diabolus significa el que hace la división, la escisión. Además, el Diablo sufre el infierno de una profunda división y contradicción interior, es un Ángel pero vive rodeado de llamas, su intelecto es el más poderoso de los seres creados por Dios, pero a la vez no fue capaz de dominar sus propias pasiones; su codicia de poder lo llevó a oponerse al mismo Dios. Así también, el tipo Cinco si quiere dar un paso adelante en su evolución interior, deberá integrar la lección que Sombra tiene para enseñarle: volver a una unidad profunda en su propio ser, uniendo alma y cuerpo, razón y corazón. Y desde esa unidad interior podrá contactar mejor con su idea trascendente, la santa Transparencia, desde la cual todas las cosas, incluso las que parecen opuestas y contradictorias, poseen una profunda vinculación y conexión.

Como sabemos, el Cinco es un tipo mental con marcada tendencia esquizoide —esquizo significa separación—, siendo su mecanismos de defesa la escisión, la separación neurótica de pensamiento y sentimiento, cuerpo y mente; y secundariamente el aislamiento y la formación reactiva: ambos remiten de alguna manera a la escisión en la vida del Cinco: el aislamiento lo separa del intercambio afectivo con los demás, la formación reactiva lo hace parecer un niño bueno, como dice Naranjo, a la vez que lo limita en su expresión emocional y le dificulta dar el debido lugar al disfrute, particularmente el sexual. De allí que la figura del Ángel en general, intelectos puros, separados del cuerpo material, parece ser una buena representación de los Cinco.

El Diablo, por su parte, es un ángel rodeado de llamas. Tradicionalmente se ha vinculado las llamas del Diablo con el exceso de las pasiones y el goce carnal desenfrenado. Es justamente la Sombra del tipo Cinco. Contactar con el Diablo, es decir, experimentar su ser corporal, sus deseos carnales, y permitirse disfrutar y expresar sus emociones es todo un reto para el Cinco. Transitar el camino de reconocer al Diablo interior, el ardor de las pasiones que habita debajo de la apariencia apática y distante de los Cinco, constituye toda una experiencia transformadora. Para muchos Cinco es todo un infierno experimentar el deseo sexual y no poder expresarlo plenamente por darse a sí mismos la suficiente libertad, por temor al desborde se su propia pasión, por temor a quedar vinculado a tener que dar satisfacción a un deseo que no se sacia, a una pasión que no se satisface. Esos temores están representados en este Arcano en el hombre y la mujer que están sujetos con grilletes al Diablo, indicando con ello que son esclavos de una pasión insaciable. El Diablo tiene cuernos sobre su cabeza para significar el poder de la pasión que puede doblegar a la razón; alas de murciélago, que indican que ha sido relegado a las sombras, es decir, a lo rechazado por la consciencia y por lo socialmente aceptable. Según lo anterior, el Arcano 15, Sombra del 5, implica una prueba pero también un camino de integración: El Papa y El Diablo, lo mental y lo carnal-pasional, alma y cuerpo, deben ser integrados en pos de una unidad más íntegra, menos escindida, más humana.

 

16. LA TORRE

• Sombra: pensamiento catastrófico e inseguridad.
• Experiencia transformadora: quiebre, ruptura, separación.

El Número de este Arcano añade el 6, número de la armonía en tensión, a la década para indicar que se trata del advenimiento de una nueva armonía, para lo cual es preciso atravesar por una crisis. La Torre es el Arcano del derrumbe de las seguridades, el quiebre de las instituciones, la ruptura de relaciones. Por extensión la Torre se asocia a todo tipo de desgracias, desde las catástrofes naturales hasta los accidentes y las desgracias de todo tipo. Lo cierto es que la Torre siempre expresa un quiebre de algo que considerábamos sólido y firme, de algo en lo que poníamos nuestra seguridad y en que nos apoyábamos. Pero también significa un golpe de liberación respecto de la cárcel en la que se convirtió algo que nosotros mismos construimos pero que por una u otra razón termina asfixiándonos.

Según nuestro mapa arquetípico, transitar por la experiencia de la Torre puede ayudar al tipo Seis a hacer una gran transformación interior. Aceptar la Torre en el horizonte de posibilidades no es algo que sea fácil para el ego miedoso, pero por otro lado su desconfianza y anticipación de posibles peligros es constante. Podríamos decir que la imaginación anticipatoria de la catástrofe es su Sombra.

La Torre es un refugio pero también un lugar de vigilancia, para anticiparse con la vista en altura a la llegada del enemigo. El ego Seis, cual Torre, no sólo vigila el posible peligro, sino que es hipervigilante (Naranjo, 1994), y consume gran cantidad de sus recursos mentales, emocionales, físicos y materiales para construir algo seguro, algo sólido, para escapar al peligro del quiebre, el derrumbe, las desgracias. Busca prevenir el peligro anticipándose a él desde la imaginación, pero con ello no sólo no logra evitar experiencias de desgracias en su vida, sino que mediante un estilo paranoide de pensamiento construye una torre que se convierte en su propia cárcel interior. El miedo, la desconfianza, la duda hacen que se encierre en su propia mente y en sus anticipaciones catastróficas, en el cinismo y el descreimiento.

Aunque a veces, como dice el dicho, el Seis piense que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, de hecho la Torre implica tanto un quiebre como un golpe de liberación. Por suerte el Universo mismo, que es sabio, tiene mucho que enseñarle. Es la vida misma la que hace que la torre que el tipo Seis construyó desde el temor y la desconfianza se quiebre: un matrimonio que deja de funcionar, una trabajo que comienza a volverse una prisión, una relación que comienza a ser nociva, una situación que se vuelve insostenible. Bienvenidas sean las crisis, porque le permitirá reconocer que afuera de sus constructos mentales y previsiones existe un mundo que lo espera para simplemente vivir. Gracias a que la Torre se quiebra, el tipo Seis puede salir de su propia mente y continuar transitando por la vida con el fluir y el cambio que le es intrínseco. Más aún, gracias a la Fe que habita en su interior, su idea Santa, y la virtud de la valentía que brota de la Fe, el tipo Seis intuye que el derrumbamiento de la Torre no es la última palabra, sino el final de una estructura que por sí misma no pudo sostenerse más, y su caída deja las puertas abiertas para una nueva construcción, un nuevo inicio. El derrumbe de la Torre, esto es, la caída de aquello en lo cual el tipo Seis puso su seguridad, le permitirá descubrir una gran verdad que será totalmente transformadora para sí: la fuente de toda seguridad está en su propio interior y en ningún otro sitio, persona o situación. Allí habita Dios, el objeto último de su fe.


17. LA ESTRELLA

• Sombra: optimismo compulsivo.
• Experiencia transformadora: esperanza y paciencia.

Después del derrumbe que indicaba la Torre, viene la Estrella que simboliza la esperanza y el buen augurio. Es una carta de esas que todo el mundo quisiera le tocaran en una consulta de Tarot. En nuestra representación tenemos una Mujer de rostro redondeado, vestida de rojo, verde y azul, los colores de la acción, la fecundidad y el pensamiento respectivamente; con su mirada fija en la estrella que alcanza con su mano izquierda, mientras que posa su derecha sobre su regazo. El número 7 de este Arcano es el número de la dicha, la buena suerte, la realización y el cumplimiento, las metas alcanzadas; pero unido a la década sugiere que se encierra una experiencia de transformación, particularmente para el tipo Siete.

La esperanza implica serenidad mental y confianza en el devenir favorable de los acontecimientos. Algo de ella se deja transparentar en el optimismo del tipo Siete. Pero la enseñanza de la Estrella va más allá del optimismo del ego, y muestra la Sombra del tipo Siete: un optimismo compulsivo que tiene como finalidad evitar el sufrimiento, entonces enmascara todo, incluso lo negativo, bajo la forma de lo óptimo.

La Mujer mira la estrella que toca con su mano izquierda y posa su derecha sobre su vientre. Cuando advertí por primera vez este detalle me dije: es justo lo que el Siete necesita descubrir. Efectivamente, la pasión del ego Siete es la gula de experiencias y su fijación la planificación. La gula tradicionalmente está asociada a un apetito insaciable, y orgánicamente hablando, al estómago. El estómago es como una bolsa, un saco que la gula intenta llenar, pero nunca lo logra. A nivel mental, el saco que el siete intenta llenar con experiencias y cosas novedosas y emocionantes es insaciable, y por eso siente que no puede parar: de hablar, de comer, de proyectar y planificar. ¿Y todo esto por qué? Porque el Siete ha perdido contacto con la esperanza auténtica, que nada tiene que ver con el optimismo compulsivo del ego.

La esperanza es la confianza interior en que todo sigue su curso normal y en orden a un bien, aunque no siempre nos sea evidente, esto es justamente la enseñanza que encierra el santo Trabajo, su idea santa. La auténtica esperanza implica la confianza interior de alcanzar un bien que aún no se ha alcanzado. Es decir que la auténtica esperanza exige de suyo el realismo y paciencia, lo cual implica toda una experiencia transformadora para el ego goloso. La esperanza no enmascara la realidad, sino que la mira tal cual es, llama a las cosas por su nombre y desde allí confía en que todo será para bien, aunque no se sepa totalmente cómo ni cuando. Si el Siete practica la esperanza, y se visualiza como la Mujer de este Arcano, sosteniendo la estrella con la izquierda y su regazo con la derecha, podrá observar en su interior una auténtica transformación. Visualizarse alcanzando el objeto de su esperanza disminuirá la ansiedad, y se serenará el deseo compulsivo de llenar el estómago del cuerpo y de la mente, como sugiere la mano derecha que la Mujer posa sobre su regazo. Esto implica para el ego abandonar la gula y la planificación por la serenidad mental y la confianza interior, sin duda, una gran transformación para el Siete; aunque los demás lo sigan viendo desde afuera alegre y optimista como siempre, su alegría y optimismo no estarán movidos por la ansiedad sino por la Estrella que brilla desde su interior proporcionándoles auténtica confianza en sí mismos y templanza, su virtud esencial.

 

18. LA LUNA

• Sombra: lo subjetivo, el sentimiento, la intuición.
• Experiencia transformadora: emociones densas, depresión.

La representación de La Luna en el tarot Visconti-Sforza es sumamente simple, a comparación de los de Marsella y Rider. Simplemente tenemos una Mujer vestida de rojo, azul y amarillo, colores de la acción, el pensamiento y la impulsividad. Sostiene una Luna en fase cuarto menguante, indicando con ello humores bajos y emociones densas tales como confusión, tristeza, culpa, e incluso depresión: atravesar por todo esto constituye una experiencia transformadora para el tipo Ocho, dado que ello puede abrirle una puerta a la integración de su Sombra.

La Mujer sostiene con su mano izquierda una cuerda que ciñe su cintura, signo de las ataduras y los límites autoimpuestos. Por su parte, el tipo Ocho se ha impuesto como límite no entrar en el terreno de lo subjetivo, el sentimiento y la intuición: he ahí la Sombra de deberá integrar. De hecho, se siente más seguro en el terreno de lo pragmático, lo concreto, lo frontal. Es por eso que este Arcano, como lo señala nuestro mapa arquetípico, encierra para el tipo Ocho una experiencia transformadora, una experiencia de integración de la Sombra.

La Luna es un satélite de la Tierra, y por tanto indica dependencia, o al menos referencia a otro. Gira alrededor de la Tierra y no brilla con luz propia, sino con la luz del Sol. En tanto rige las mareas, y el agua representa los sentimientos y el inconsciente, la Luna está asociada a la imaginación, las emociones fluctuantes, la creatividad poética y el predominio da subjetividad, aunque en ocasiones también a la volubilidad emocional y la confusión mental. Sin embargo, el ego Ocho utiliza como mecanismo de defensa la contra-intracepción, esto es, una oposición y rechazo hacia lo subjetivo, lo sentimental, lo simbólico en general y todo lo que pudiera expresar, a su juicio, debilidad de tipo femenino. Además, todo lo contrario que la Luna, el ego Ocho construye su identidad como independiente y duro; nada más lejano a este ego que verse a sí mismo como un satélite de otro; el mundo de lo inconsciente y las emociones le parece lejano y confuso; odia el engaño, la manipulación y el chantaje emocional; se esfuerza por arreglárselas solo siempre que puede a la vez que prefiere mostrarse duro, asertivo y pragmático.

Según este panorama, logramos divisar con mayor claridad por qué la Luna representa la Sombra que el tipo Ocho y, por tanto, integrar su enseñanza constituye para él toda una experiencia transformadora, como lo indican también el número 8, número de la tensión que deviene en crisis unido a la década, número de integración, nuevo inicio, renovación. Ahora bien, La Luna en cuarto menguante de nuestro tarot Visconti-Sforza sugiere emociones densas, emociones como la tristeza, la culpa, el temor. Emociones todas que el tipo Ocho se esfuerza por no experimentar, o al menos por ocultar a la mirada de los otros para evitar manifestar vulnerabilidad o dejar un frente abierto para la manipulación o la burla. En oposición al tipo Cuatro que se devora la tristeza, la introyecta, el Ocho utiliza como otro de sus mecanismos defensivos la contra-introyección, vomitando las emociones negativas en agresividad dirigida hacia el otro. Sin embargo, aceptar la tristeza, la culpa, el temor o enfrentar una latente depresión entran dentro del horizonte de oportunidades que el Universo brinda al tipo Ocho para integrar la Sombra. Otro modo de hacerlo sería abrirse a la inspiración artística, a la música, la poesía, el romance, y el mundo simbólico en general, como el trabajo con los propios sueños y la meditación con el Tarot. Contemplar a la Mujer de este Arcano atada en su cintura con una cuerda podría despertar en el Ocho la convicción de que el ego ata y limita. Integrar la Luna dentro de su horizonte de sentido implicaría al Ocho trascender el propio ego, y abrirse al mundo del Ánima, del sentimiento y lo inconsciente, aún sin dejar nunca de ser fuerte y duro. El auténtico trabajo interior consiste en integrar, no en dividir ni desperdiciar ningún aspecto de riqueza del propio ser.

 
 
19. EL SOL

• Sombra: autoconciencia y autoestima.
• Experiencia transformadora: gozo y felicidad auténticas.

A diferencia del tarot de Marsella y del Rider que presentan en este Arcano a dos niños, los gemelos de la alquimia jugando debajo del Sol para representar un proceso de unificación interior, nuestro tarot Visconti-Sforza nos presenta a un Niño, acaso el dios Apolo, volando sobre una nube con un Sol con rostro en sus manos, lo cual representa que el inicio del proceso del despertar: cuando las tinieblas de la ignorancia van desapareciendo, surge el Sol de una consciencia despierta. Desde el Eneagrama diríamos que este Arcano anticipa el surgimiento de la esencia que veremos en el próximo Arcano; el auténtico rostro del ser de luz que habita en todos nosotros debajo de la máscara del ego.

El número de este Arcano es el número de los ideales universales, el número 9, y también el número de la soledad y la felicidad entendida como realización y satisfacción personal, porque llegar a ser feliz consigo mismo es algo intransferible. Paradójicamente, según nuestro mapa arquetípico, El Sol representa la Sombra del tipo Nueve, a saber: la autoconsciencia y autoestima. Sin embargo, el ego Nueve por la acidia, su pasión dominante, está sumido en una profunda desconexión de sí y tiende a pensar que hay cosas más importantes que hacer que dedicar tiempo y esfuerzo a su propio interior. Y a causa de la indolencia, su fijación, ha quedado adormecido al goce auténtico, al punto que ha construido su vida desde la inercia motriz y ha quedado como anestesiado ante el gozo de las cosas sutiles de la existencia (Naranjo, 1994).

La experiencia transformadora que indica nuestro mapa para el punto Nueve es experimentar el gozo y la felicidad plena simbolizados por el Sol. Aunque pensamos que el Nueve es el egotipo que menos necesita experimentar gozo y felicidad, dado que siembre tiene una sonrisa y pocas veces se queja: “todo está bien”, es su frase favorita; más aún, se adapta y sobreadapta sin exigir ni dramatizar, sin embargo, no debemos olvidar que en materia de ego más que en cualquier otro plano, las apariencias engañan. Visto desde afuera, el tipo Nueve no parece ser un tipo que necesite experimentar gozo y felicidad. Pero este Arcano está orientándonos hacia una verdad muy profunda, al punto que sugiere ser la invitación a una experiencia realmente transformadora para el tipo Nueve. Debajo de la apariencia de todo está bien, el tipo Nueve necesita despertar a una auténtica consciencia de sí mismo, cuáles son sus gustos, sus preferencias, sus deseos, cuál es su auténtico pensamiento y voluntad. Sin ello no le será posible experimentar auténtico gozo y felicidad, sin consciencia y valoración de sí mismo no le será posible experimentar auténticos gozo y felicidad. Para hacerlo primero debe descubrir que debajo de su propia máscara de nadie especial habita un ser de luz, que no sólo es capaz de hacer cosas sino de disfrutar y gozar de ellas, incluso de las más sutiles, viviendo a pleno la consciencia del presente.

* * *

Como vimos a lo largo del presente nivel evolutivo, la integración de la Sombra conlleva una experiencia transformadora para el ego, de vital importancia para el surgimiento de la Esencia. Integrar la Sombra es un paso necesario en el camino del despertar, tal como nos lo anticipaba el El Arcano 19 y como lo veremos en el siguiente.


IV° NIVEL: «EL DESPERTAR»
EXPERIENCIA TRANSPERSONAL Y RENOVACIÓN INTERIOR


20. EL JUICIO

Cuando hablamos del progresivo despertar de la consciencia, hablamos del compromiso con el auto-conocimiento (nivel 0); de darse cuenta y aceptar que nuestro ego tiene tales y cuales características (I° nivel); que nuestro ser esencial es mucho más que la Máscara egoica y por lo tanto podemos cambiar sin temor a dejar de ser lo que realmente somos (II° nivel); que para hacerlo debemos integrar nuestra Sombra (III° nivel). Si hemos hecho este recorrido, entonces estaremos listos para dejar atrás el hombre viejo y dejar surgir al hombre nuevo (IV° nivel).

Este Arcano representa el Juicio Final. Vemos a Dios arriba de la escena, sosteniendo el orbe en sus manos, y dos ángeles tocando trompetas, al sonido de las cuales se produce la resurrección de los muertos. Lo que estaba corrupto y enterrado sale a la luz renovado. El número 2 unido al 0 representa el misterio de una segunda etapa vital, una renovación, un auténtico giro de 180 grados en la evolución personal en los tres planos: pensar, sentir y hacer; el surgimiento de un nuevo ser, más consciente de sí, más integrado, capaz de dejar atrás, en el pasado, la identificación con el ego, sus automatismos y rigideces, pero capitalizando el aprendizaje para vivir una vida más plena y con un sentido trascendente.

Muchos creen que el ego es algo de lo que podemos independizarnos tan fácilmente como quitarnos una máscara. Lamentablemente no es tan sencillo. El ego no desaparece nunca, pero con el trabajo interior se va transformando. En el drama de esta existencia siempre llevaremos una máscara, pero ésta puede ser más flexible, menos rígida, y más transparente, dejando traslucir el ser de luz que realmente somos, nuestra esencia. A esto llamo experiencia trans-personal. Es decir, la experiencia de reconocer que mi ser no se agota en mi personalidad, mi auténtico ser es mucho más que mi máscara. Para llegar a esta experiencia hemos tenido que integrar nuestra Sombra, aquello que hemos dejado de lado en la construcción de nuestra personalidad, aquello de lo cual huimos pero que en sí mismo encierra un aprendizaje vital de vital importancia para cada uno. Integrar la Sombra ha requerido para el ego entrar en su propia tumba. Ahora es el momento del resurgir renovado, para continuar la experiencia de esta vida.

Si algo tiene para decirnos el Eneagrama es que no nacimos para vivir prisioneros bajo la lápida del ego y sus automatismos, haciendo de la identificación con nuestro egotipo nuestro epitafio: “soy tipo tal”, “soy tipo cual”. Somos mucho más que nuestro ego. ¿Qué somos? Lo que somos pertenece al terreno de los Arcanos, pertenece al misterio de la existencia. Sin embargo, y como no tenemos otro modo de referirnos al misterio, usamos símbolos y metáforas: entonces decimos que somos seres de luz (Riso-Hudson, 2001), consciencias despiertas, como nos lo mostraba el Arcano 19. Y el Arcano 20, el Arcano de la resurrección, añade que somos seres capaces de renovarse profundamente, lo cual significa desapegarse de la máscara, la pasión dominante y la fijación cognitiva, y comenzar a estabilizar en la propia vida un nuevo modo de vivir, un pensar, sentir y hacer movido por las ideas santas y las virtudes esenciales. Parece un gran ideal, pero para llegar a la sima de una montaña no se debe dejar de ascender. Hacia allí nos dirigimos no sólo individualmente, sino planetariamente, como veremos en el siguiente nivel evolutivo.


V° NIVEL: LA TOTALIDAD (SELF)
INTEGRACIÓN EN UN NUEVO ORDEN MUNDIAL


21. EL MUNDO

Tenemos aquí a dos niños alados, dos ángeles desnudos sosteniendo la esfera que contiene a la Nueva Jerusalén, símbolo del nuevo mundo, el mundo en el que se realiza el gran ideal de la unidad de toda diversidad. Este Arcano representa, en primer lugar, la totalidad del Mundo en el sentido antiguo del término, es decir, el Universo completo, no sólo nuestro planeta Tierra; en segundo lugar, desde un punto de vista menos literal y más simbólico y psicológico, representa el Arquetipo del Self, la Totalidad de la Psique, la integración de la consciencia, el inconsciente personal y lo inconsciente colectivo con todos sus Arquetipos, entre los que se destacan Máscara y la Sombra —incluyendo en ella Anima y Animus— (Jung [1950], 2008); y en tercer lugar, El Mundo representa la Totalidad de lo visible y lo invisible, el Universo material y la Psique.

Como lo anticipaba el Arcano anterior, para llegar a este máximo nivel de evolución de la consciencia, es necesario trascender el ego y entrar en un plano de experiencia transpersonal y desde allí abrirnos a la experiencia de la Unidad inefable: somos uno con Lo Uno, el límite físico, la piel de nuestro cuerpo visible no constituye una separación con el Todo; los límites de nuestra personalidad, nuestro egotipo no nos separa del Todo. Somos individuos y somos el Todo, unidos invisible pero inseparablemente con todos, y todos con el Todo. Se trata de una experiencia sumamente elevada, a la cual llegaron a contemplar y experimentar los Iluminados, los Místicos y los Santos de todos los tiempos. Lo cual indica que es posible. Además, como nos lo revela este Arcano, ellos los Seres más evolucionados que transitaron por este mundo están invisible pero realmente unidos a cada uno de nosotros para guiarnos a la nueva Tierra que por ahora permanece como un ideal, que entre todos podemos hacer realidad: un mundo de unidad, de paz, de verdad y amor. Un Mundo donde la diversidad sea valorada sin perjuicio de la Unidad. Un Mundo de consciencias despiertas. Un Nuevo Orden Mundial, un Mundo de seres que dejen transparentar la luz que le es esencial.

Marcelo Aguirre

Presentado en el Primer Congreso Latinoamericano de Eneagrama,
Santiago de Chile, Octubre 2012



NOTAS:
[11] De la ignorancia (punto 9) se derivan los otros dos venenos del alma, la aversión (punto 6) y la avidez (punto 3). A quien le interese puede consultar mi artículo: El triángulo central y la caída.

[12] Dentro de la Sombra pueden incluirse los Arquetipos Anima-Animus, lo femenino y lo masculino, respectivamente. Los hombres suelen identificarse con características consideradas masculinas, como lo racional, lo sensomotriz y lo activo; mientras que las mujeres suelen identificarse con características consideradas femeninas, como el sentimiento, la intuición y lo pasivo.

[13] Respecto a los mecanismos de defensa de cada uno de los eneatipos puede consultarse el artículo: El Eneagrama de los Mecanismos de Defensa.

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