Virtudes

 

ENEAGRAMA DE LAS VIRTUDES


Las virtudes de la esencia

En la filosofía del Cuarto Camino, se habla de centros cerebrales o centros de funcionamiento del hombre ordinario, en permanente interacción entre sí. Lo podemos equiparar a las tríadas. Sólo que no son fijas ni estáticas, aunque una de ellas pueda predominar. El logro hacia un hombre más consciente es equilibrar y armonizar estos centros. En el mundo de las emociones el avance hacia un estado más elevado de sentir tiene que ver con ir abandonando el estado inferior (centro emocional inferior), las emociones negativas, insanas hacia un estado emocional superior (centro emocional superior), donde yacen las virtudes.

Según el Eneagrama, las virtudes de la esencia son la contracara de las pasiones del ego ó motivaciones deficitarias. Éstas últimas están basadas en tres pilares: la ignorancia de sí (9), la avidez de lo aparente (3), y la aversión de aquello que se desconoce y teme (6) - Claudio Naranjo, Carácter y Neurosis-. Podemos deducir a partir de ello que, las virtudes, en tanto brotan de la Esencia ó Ser en una consciencia despierta, constituyen un núcleo motivacional luminoso -por llamarlo de alguna manera, opuesto a la Sombra de la ignorancia de sí-, cuyos tres pilares, opuestos a los del ego, serían: el auto-conocimiento profundo; la confianza básica; y la amorosa auto-aceptación.

Según la tradición Sufí, cada persona humana es depositaria de todos los atributos divinos; pero uno de ellos brilla en cada individuo con una intensidad peculiar. Es así que cada persona está llamada a manifestar en el mundo alguno de los "rostros" de Dios. Esos rostros divinos son las nueve virtudes de la Esencia ligadas inseparablemente a cada una a las nueve Ideas Santas señaladas por Almaas [Facetas de la Unidad]. Análogamente a como en el plano del ego Pasiones y Fijaciones van de la mano, así también en el plano de la Esencia las Virtudes y las Ideas Santas son inseparables. En este caso me centraré en las nueve virtudes de la Esencia, y señalaré cómo van surgiendo cada una dentro del despertar de la consciencia y el consiguiente proceso de integración en cada Eneatipo.

I. Opuesta a la pasión de la Ira habita, dormida, en el interior del E1 la virtud de la Paciencia (del lat. "patior" = padecer, soportar); gracias a la cual el Perfeccionismo (fijación) y la implacable auto-exigencia del ego dan paso a la aceptación serena de la realidad tal y como es, con sus ritmos y tiempos propios, con sus luces y sombras. En el proceso del despertar de la consciencia, mediante el constante trabajo de auto observación, y particularmente en la meditación, el E1 es capaz de advertir que detrás del caos y la imperfección humana todo el universo está ordenado y cada cosa tiene un sentido a la luz del Todo, y que más allá de los parámetros del deber ser, el Ser en sí mismo es bondad y Perfección (Idea Santa), y por eso es posible descansar y confiar, dejar ser, manipular menos y disfrutar más (el E1 deja surgir aspectos positivos análogos a los del E7 sano).

II. La contracara de la pasión del Orgullo es la virtud de la Humildad (del lat. "humus" = tierra). Y así como la tierra no puede ser generosa ni dar fruto sin agua, sol y cuidado, así también el progresivo despertar de la consciencia del E2 le permite reconocer que no sólo tiene mucho para dar, sino que también tiene legítimas necesidades de afecto, valoración, aceptación. Y particularmente en la meditación va experimentando que el Ser es amorosa y generosa Libertad (Idea Santa); pero sólo para quien es sincero y honesto  consigo mismo, y se pone a la misma altura de los otros, ni más arriba, ni más abajo. Este reconocimiento hace que aquello que se brinda al prójimo surja, no ya de un Falso amor (fijación), sino de sentimientos profundos y auténticos capaces de empatizar con el otro (el E2 deja surgir aspectos positivos análogos a los de los E4 sanos) a partir del reconocimiento sincero de la propia realidad y sus necesidades.

III. Mediante el trabajo de autoconocimiento y progresivo despertar de la consciencia, la búsqueda de brillo, la incansable construcción de la fachada y la Vanidad del ego (pasión), dan paso al surgimiento de la virtud de la Autenticidad (del gr. "autós" = el mismo). Ésta permite al E3, particularmente gracias a práctica de la meditación, no sólo dejar de lado la falsedad (fijación) de sus mil máscaras con lentejuelas, sino mirar su verdadero rostro en el espejo del Ser que habita en su interior. Y puede comprender progresivamente que el Ser en sí y por sí mismo es Armonía (Idea Santa), y que por subsistir en su incondicionada plenitud no depende de los logros alcanzados, ni de la fachada construida, sino que es siempre don y gracia para la consciencia despierta y sincera. Y así, además, comprende que es capaz de pensar no sólo en el propio provecho sino también, con auténtica sinceridad, en el provecho de los demás (E3 deja surgir aspectos positivos análogos a los del E6 sano).

IV. Pocas pasiones hay tan interiormente intensas como la Envidia, que es el núcleo de motivación deficitaria del E4. Proporcionalmente, es inestimable el valor de la virtud de la Ecuanimidad (del lat. "aequus" = igualdad; "ánimus" = ánimo; equilibrio de ánimo), esencial en toda vida espiritual auténtica y fecunda. La ecuanimidad, lejos de ser mediocridad, es la elevada capacidad de aceptar en todas las cosas ese "justo medio" del que hablaba Aristóteles. Ella surge cuando, mediante el progresivo despertar de la consciencia, y particularmente durante la meditación, la mente logra trascender los engaños del ego y puede ver que lejos de la insatisfacción constante y la falsa necesidad (fijación), la propia existencia está arraigada y fundamentada sólidamente en el Origen trascendente (Idea Santa) del que brota toda energía creadora, belleza y plenitud. Al contemplar esta verdad superior, particularmente en la meditación, el E4 deja surgir de su interior paciencia, serenidad y amor por la perfección inefable del universo (cualidades análogas a las del E1 integrado), trocando así la envidia en auténtica y profunda gratitud hacia la vida.

V. La pasión de la Avaricia puede considerarse un intento deficiente de llenar un vacío inefable producto de la desconexión con el Ser. El desapego patológico (fijación) y el desamor que caracteriza al E5 en niveles insanos, no son sino epifenómenos consecuentes de haber perdido la conexión con la Fuente y el Origen de toda riqueza interior. De allí que los E5 sufran en silencio una inenarrable sensación de vacío, y por tanto sientan que no tienen nada valioso para ofrecer, y se resignen a conservar para sí lo único que creen poder conservar: sus ideas, recuerdos y sentimientos, primariamente; y su tiempo, palabras y manifestaciones visibles de afecto e interés por el mundo y por los otros, secundariamente. De allí su resignación y minimalismo generalizado, frutos de la avaricia egóica retroalimentada. Por eso considero que la virtud esencial de este eneatipo no es, como se ha dicho, el desapego (sano), sino más bien la Generosidad (del lat. "genus" = raza). Ya que ésta es por definición lo opuesto a la avaricia. Y consiste en un doble aspecto: por un lado, reconocer que — contrariamente a la fijación del desapego patológico— la riqueza de la humanidad toda (de nuestra raza humana) habita en el corazón de cada persona, incluidos los E5!, y saborear internamente la Conexión (Idea Santa) que existe entre sí mismo y todas las cosas; y segundo, consiste en compartir de esa misma abundancia del Ser con todos los hombres; porque la conciencia que despierta llega a entender, particularmente en la meditación, que los bienes espirituales sólo se conservan, e incluso crecen, si se los comparte con los demás. De allí que los E5 más integrados tiendan a tomar un papel amoroso y generosamente proactivo (semejante a los E8 sanos) respecto del bien de sus semejantes.

VI. La Cobardía (pasión) que motiva a los E6 a buscar constante seguridad en las autoridades exteriores, en las instituciones, en las normas, en los renombres, en las marcas reconocidas, en los títulos, en los curriculums, etc. ligada a una flotante suspicacia y acusación de tipo paranoide (fijación), hace que, sea quien sea la autoridad a la que busque aferrarse, nunca llegue a confiar plenamente en ella. Esto engendra, por otra parte, la paradoja por la cual los E6 tienden a agruparse con quienes comparten ideas, modelos e incluso la misma inseguridad de base, pero no obstante su gregarismo, nunca llegan a confiar plenamente en el grupo, dada su soterrada duda y vacilación. A lo sumo, en su variante contrafóbica, este egotipo se mostrará más seguro de sí e independiente, aunque seguirá teniendo temor y vacilación como centro de los resortes de motivación deficitaria, generalmente inconscientes. Pero en una consciencia despierta, la virtud esencial de los E6 es la Valentía (del lat. "valens" = robusto, fuerte), que nada tiene que ver con la respuesta más impulsiva y ansiosa del contrafóbico, sino que está basada en el aplomo interior (análogo al de los E9 integrados) que brota de la Confianza (Idea Santa) en el Ser cuya presencia es experimentada, particularmente en la meditación, como una Base Firme presente siempre, incluso en momentos de oscuridades y vicisitudes. Es así como san Agustín de Hiponna, un iluminado E6, llegó a confesar: "Te buscaba fuera, pero estabas dentro".

VII. La Gula de experiencias, ideas y sensaciones (pasión), ligada a una imaginación siempre inquieta aplicada a la Planificación (fijación) de innumerables proyectos, más de los que se pudiera emprender, puede verse como un complejo mecanismo egóico, de apariencia siempre alegre, optimista e indulgente, tendiente llenar no sólo una profunda sensación de vacío, sino además orientado maníacamente a escapar del temor a ser tragado por ese mismo vacío interior y quedar sumido en la oscuridad de la impotencia y el dolor. Cuando el E7 empieza a comprender profundamente, particularmente en la meditación, que el auténtico placer no está tanto en la cantidad sino en la calidad y profundidad de cada experiencia, y en saborearla sapiencialmente, comienza a surgir de su interior la virtud de la Moderación (del lat. "moderor" = señalar el tiempo, el modo y la regla). Mediante la cual ya no se busca saltar maníacamente de un estímulo a otro, sino que se es capaz de planificar con realismo y Compromiso (idea santa); no ya desde la ansiedad que huye del dolor, sino desde una visión holística y sapiencial de la realidad (análogamente a los E5 integrados), enmarcando la propia existencia dentro de un orden mayor y trascendente.

VIII. Para quien hizo de la intensidad instintiva una lucha contra el mundo, para no ser dominado por los otros en ninguna de sus formas, el placer tiende a desaparecer. La pasión de la Lujuria es, en ese sentido, para el E8 más que un desenfreno, un modo de lucha y dominación para no sentirse vulnerable y dominado. Inseparable de esa pasión se halla la fijación de la Venganza, muchas veces disfrazada de justicia. Pero cuando la consciencia es capaz de elevarse por encima de los tortuosos mecanismos del ego, el E8 es capaz de percibir, particularmente durante la meditación, que más profundo aún que la lujuria y la venganza se hallan en su interior, latentes, las semillas divinas de la Inocencia (idea santa) y la virtud de la Compasión (del lat. "cum" = con; y "passio" = padecer, sentir; esto es, sintonizar con el sentir del otro). Esta última, al brotar de la esencia va trocando la tosquedad e insensibilidad del E8 en sensibilidad capaz de percibir aquél fondo de carencia óntica que está detrás de todo error y malicia. Lo cual permite a la consciencia superior comprender cada vez mejor que quien se equivoca y causa daño no sólo es merecedor de castigo, sino, antes que eso, un pobre infeliz, un ignorante del bien y la verdad, y que por tanto es objeto de enseñanza por parte de quien puede ver más allá de las tinieblas y espejismos del ego. De esta manera, el progresivo despertar de la consciencia de los E8 va trocando la cólera ciega y vengativa en compasión lúcida hacia los ignorantes y malvados (análogamente a la compasión del E2 integrado). Y así se parecen más al Divino Maestro que, no sólo sacó a latigazos a los usureros del Templo, sino que antes y principalmente entregó su vida para sanar, enseñar e iluminar. Testimonian esta transformación grandes maestros E8, entre los que se encuentra el mismo Gurdjieff.

IX. Detrás de la apariencia de paz y armonía generalizada de los E9, se esconde una gran caparazón psicológica de Adormecimiento mental ó Acidia (pasión), que favorece el incremento de la fantasía y aleja al individuo de su misma consciencia de individualidad conduciéndolo al Olvido de sí (fijación) —que es el origen de todos los egos, tal como lo muestra la posición central del E9 en la parte superior del Eneagrama—. Y ello para evitar el conflicto y permanecer siempre tranquilo. Por tanto, el rasgo de amabilidad pacífica de los E9 no llega a ser aún virtud. Sólo cuando la consciencia del E9 despierta puede empezar a percibirse a sí mismo no sólo como un individuo único e irrepetible, sino además, principalmente en la meditación, llega a percibir que está conectado a la Fuente del Ser que habita en su interior. De ese modo surge la virtud de la Diligencia (del lat."diligere" = amar con predilección). Ésta no es un mero hacer de tipo robótico, propio del ego, sino todo lo contrario: un amor lúcido y activo, una santa Iniciativa (idea santa), un amor que "hace" porque antes experimentó la presencia interior y transcendente del "Bonum diffusivum sui", como decían los místicos medievales, esto es: el Bien que se difunde y expande por sí mismo, que es creador y renovador, que ama a todo y a todos porque antes pudo ver el inenarrable misterio de la individualidad de cada cosa, su valor particular, y la armonía que todas ellas forman en orden universal, donde cada cosa, cada ser, y cada persona ocupa su lugar. Y así, con un amor consciente de sí y de los otros, y con una adecuada atuto estima (análogamente a los E3 sanos), el E9 va trocando su hacer en cada vez algo menos robótico, más lúcido y por tanto más profundamente eficaz.

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